Ecijanos: ¿por qué buscáis en el pasado lo que renace cada amanecer al invicto sol del nuevo día?
Semana Santa
Prado de resplandores y ráfagas entre nubes de engarfiados arbotantes. Cuánto fulgor para tan luctuoso trance en la utopía inaprensible de ese misterio que clarifica los renglones torcidos de la desdicha de Dios, por las cuatro esquinas del Carmen.
Su hijo recónditamente muere levitando sobre la cruz. En ese cruce elevado, en esas dos pujantes ramas Él descansa, duerme y sueña. La teología no se halla en los libros sino en la enseñanza de esta madre que te ha demostrado que todas las estrecheces se puedan superar.
Ella es el pórtico de entrada al compromiso más fuerte y recio que jamás el Amor puro, pudo tan siquiera atisbar. Remotísima ceremonia penitente de sangre, que por más que provenga de un lejano antaño achacoso, todas las madrugás reconvierte en nuevas las realidades.
Ella es un anticipado atisbo de la resurrección de Cristo en ese primer jueves de la refulgente trilogía. Ella encierra en sí misma, el verso redondísimo, el octosílabo maestro y perfecto: “la Esperanza astigitana”.
En el primigenio montículo de la ciudad, un capirote menudo y puntiagudo asaetea al cielo, mientras unos pies descalzos pisan los achicharrados adoquines llameantes de abrasados chorreones de la cera fundida. Unas calles que pespuntan su quejío y manifiestan su tristeza. Esta ciudad, a veces desagradecida, a veces laudatoria, se configura a sí misma en […]
Mira, que te mira Dios. Mira, que te está mirando para que, al agotarse el día, te atrevas a examinarte a ti mismo a sabiendas del certero suspenso. El Señor, conocedor de la verdad, impasible aguanta todas nuestras negaciones y miserias. Ya nos lo adelanta el salmista: “Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién […]
Ella, siempre Ella. Esta mujer de la Jerusalén astigitana otro año más levantando puentes en vez de muros. Dime, ecijana: ¿qué sientes cuando te pregona con su ejemplo que amar es servir? Dime, ecijana: ¿ves que esta mujer lleva el nombre de Dios clavado en su pecho? Dime, ecijana: ¿qué escalofrío te zozobra cuando percibes […]
Su purpúreo silencio como respuesta, como claro testimonio, como alternativa invencible a las equidistancias cómodas, a las vacilaciones blandas, a las manidas palabras de siempre. ¡Cómo sana el silencio de Dios que nace, brota y estalla de las entrañas! Alarido sigiloso de Amor blanco del alma, en su piel de madera.
El Ayuntamiento de Écija ha informado de los arreglos previos y de los cambios en la movilidad y la circulación del tráfico durante la Semana Santa, para no interferir con las procesiones de las hermandades y cofradías.