NOBLEZA
Herbazal cetrino y arbóreo, sobredorado, elevado, vertical, estacado y vestido con sudor frío bajo un sol indeciso y añejo. Prodigio inerte colgado de un palo con verdina que hoy nos quiere, nuevamente, salvar con su trabajo. Cristo de la Yedra que te has inmolado: cómo nos abrazan tus ojos, y mira que están cerrados. Qué muerte tan cabal y tan perfecta avanzando a paso largo por la memoria que regresa.
Viene del puente y arrasa
con la pena y la tibieza
y te amputa la tristeza
y tus pesares abrasa.
Todo su amor sobrepasa
la debilidad del hombre
cuando sin luz desescombre
lo que por dentro dolía.
Caridad y valentía.
Y Yedra, tiene por nombre
Fotografía: Nío Gómez
Texto: Javier Fernández Franco