PERENNE

Su  purpúreo silencio como respuesta, como claro testimonio, como alternativa invencible a las equidistancias cómodas, a las vacilaciones blandas, a las manidas palabras de siempre. ¡Cómo sana el silencio de Dios que nace, brota y estalla de las entrañas! Alarido sigiloso de Amor blanco del alma, en su piel de madera.

Una mirada ausente, cabizbaja, perdida y llena de vacío, a ti te interroga sin que puedas aguantarle la vista. Y ese saber ver; a la calle, calla.

Sin Él no habría Domingo

aunque dicte el calendario,

pues las cuentas del rosario

no saben hacer distingo.

Si bien, viste con relingo,

cuando llega el mediodía

al olor de cera fría,

juntas y atadas las manos

aquí está, el día de Ramos

Cautivo, en Santa María.