ALTURAS
En la semana más inmensa de la ciudad su inicio está justamente en su término. Él, resucitado, ascenderá en verticalísimo triunfo, hacia la serena victoria de la promesa confiada. No temas retumba como un aldabonazo en tu corazón. Y es entones cuando vislumbras que el lento descubrimiento de Jesús resucitado no te atrapa de la noche a la mañana, aunque la mañana sea la más refulgente, la más coruscante, fulgurante y cegadora jamás imaginada, porque ya, ya no tienes miedo. Ahora comienzas a perderle el respeto al fracaso. Hoy, ya no le tendrás turbación a tus recuerdos. Por fin, no llorarás nunca más sin aprender. Soñemos que hemos soñado para volver, nuevamente a soñar.
Con la boca entreabierta
conmigo en tu pensamiento,
remueves todo mi aliento
cuando la noche despierta.
Señor, me abres la puerta
que nos libera del miedo.
A tu lado sí que puedo
ser yo, verdaderamente.
Tu revivir, suficiente.
Es el Domingo del Credo.
FOTO: Nio Gómez
TEXTO: Javier Fernández Franco