Yolanda
Yolanda Marín ha muerto. Demasiado pronto. Me cuesta horrores hacerme a la idea.
Yolanda, Yoli, se nos ha ido. El destino tiene que ser algo muy cabrón para dejar tanto dolor. Yoli se ha ido y su marcha deja un hueco tan grande que no habrá nada que lo pueda llenar.
Pocas personas podrán presumir de reunir tantas buenas cualidades como las que acumulaba Yolanda. Que se prepare la eternidad porque, sea lo que sea, seguro que es demasiado poco para albergarla a ella.
El recuerdo a los que ya no están hace que sea fácil recrear el dolor. Lágrima conduce a lágrima y ayuda a simplificar las cosas. Con Yolanda no hace falta. Su sonrisa lo llenaba todo y te ganaba. Y eso se agradecía siempre. Y, seguramente por eso, su falta deja un hueco tan hondo y tan doloroso.
Nada de nostalgias vacías. No puedo ni quiero más que echarle flores en su memoria. Yoli nos ha dejado demasiado pronto. No sé dónde puede estar ahora, pero sí que se las ha arreglado para seguir siendo imprescindible. Mejor callar cuando no se puede decir más.
Ojalá estuvieras todavía aquí en cuerpo, igual que lo estás en alma. Gracias por todo.
Manuel Rodríguez