abril 27, 2024
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Infantil paradoja

La asistencia a la educación infantil se traduce en mejores resultados en el aprendizaje del alumnado. Los alumnos de quince años que asistieron a educación infantil tienen mejores resultados en el estudio PISA que aquellos que no lo hicieron, incluso teniendo en cuenta su contexto socioeconómico. La forma de impartir la educación infantil influye en los beneficios que el alumno obtiene de las clases”. (PISA In Focus, OCDE, 2011).

Se da en nuestro sistema educativo una situación peculiar: España está a la cabeza de toda la OCDE y de la UE21 en número de alumnos de educación infantil en sus dos etapas (0-2 y 3-5). Es este uno de los pocos indicadores en los que nuestro país destaca considerablemente. En 2011, el porcentaje de niños escolarizados de hasta dos años se elevó al 28,6%, mientras que en la OCDE el promedio era sólo del 3,5% y en la UE21 del 4%. En el tramo de 4-5 años la escolarización en España es prácticamente total, alcanzando un 99,4 %, siendo en este caso también superior que el promedio de la OCDE (74,9%) y que el de la UE21 (81,6%).

La conclusión es clara: la educación infantil beneficia a los alumnos. Los resultados del estudio PISA de la OCDE de 2009 muestran que los alumnos de 15 años de prácticamente todos los países que asistieron a una escuela de educación infantil obtuvieron resultados superiores a aquellos que no lo hicieron. Siguiendo esta lógica, en España tendríamos que obtener unos muy buenos resultados académicos y escolares en las pruebas externas (PISA, PIRLS y TIMSS) y unos porcentajes de fracaso escolar y abandono temprano muy inferiores a la media. Pero nada de esto ocurre. ¿Qué nos pasa?

Volvamos al principio. El grado en que la asistencia a una escuela de educación infantil está asociada a los resultados de aprendizaje a los 15 años está relacionado con el modo en que se prestó dicha educación infantil. Ahí tenemos la clave. El modo en que se enseña. La didáctica específica. Los objetivos de la etapa. En nuestro sistema educativo no es obligatorio que los niños que terminan la etapa de infantil adquieran la mecánica de la lectura y la escritura. Todas las administraciones indican que se debe ofrecer “una primera aproximación a la lectura y escritura” Ese es el umbral. La UE publicó un informe en 2012 sobre ‘La enseñanza de la lectura en Europa’ en el que se establecen unas conclusiones tajantes:

Durante el desarrollo del niño en la educación infantil, el tiempo dedicado a las actividades relacionadas con la alfabeti¬zación es esencial para la adquisición de las destrezas lectoras y de escritura, y los efectos pueden ser de larga duración.

-Existe en España una diferencia de 60 puntos en el rendimiento de la lectura en PIRLS a favor de aquellos que mejor habían desarrollado las habilidades de lectura y escritura en la etapa de E. Infantil. Por lo tanto, el impacto de esta variable es muy alto.

-La incorporación de estrategias para aumentar la conciencia fonológica en las clases de infantil es de crucial importancia para el éxito de los niños en la adquisición de la lectura (pág. 32 del informe).

-La mayoría de las investigaciones recalcan la necesidad de enseñar la fonología de forma sistemática y de acuerdo a un plan o programa claro, en lugar de prestar atención solo de manera esporádica a la correspondencia grafía-fonema (pág. 33 del informe).

-La formación en lengua antes de ingresar en primaria y los hábitos de lectura del estudiante son dos de las variables con gran incidencia en los resultados.

    En competencia lectora, los estudiantes españoles están 25 puntos por debajo de la OCDE. Quizá no tengan ellos toda la responsabilidad. Para el aprendizaje de la lectoescritura falta un planteamiento claro en infantil. Entre los 4 y 5 años los niños tienen su primer acercamiento a la lectura y, a los 6, en 1º de primaria, el maestro ya les da un libro de texto escrito y un cuaderno. ¿Quién es responsable de enseñar a los alumnos a leer y a escribir? ¿El maestro del último curso de infantil o el de primero de primaria? A la luz de los datos, resulta patente que debería ser el tutor de infantil, pero no es así. Damos importancia a otros aprendizajes y no a cómo se enseña a leer y a escribir, mas a los estudiantes les medimos en esas dimensiones.

    Leer es lo primero y lo primero no es la primaria, sino la infantil. Mientras tanto, el ministro Wert pretendía que la etapa de infantil fuera eminentemente asistencial.

Javier Fernández
Inspector de Educación