Patriarcadas
La injusta sentencia por la violación de la Manada ha provocado la indignación generalizada en parte porque revela una legislación que deja a la interpretación técnica de un juez qué es intimidación y qué es violación.
Si no hay consentimiento es violación. Punto. La sentencia ve probado que la víctima, una chica de 18 años, sufrió una situación de sometimiento, intimidación y coacción. Fue violada por turnos. No soy experto en leyes, pero eso es un delito de agresión sexual y no de abuso sexual según el artículo 181. Por mucho que un juez haya querido ver “jolgorio y regocijo” en esa sórdida escena.
Pero ya no es siquiera una cuestión de Derecho ni de código penal. Según la ONU, la violencia patriarcal es una pandemia mundial. Los privilegios del hombre sobre la mujer se ven como algo natural. La Manada no son cinco. Son las 21 personas que compartían ese chat de WhatsApp y rieron y compartieron los mensajes de los violadores. Son (somos) todos los que no vemos o no queremos ver que el problema es de desigualdad, de discriminación y de opresión de la mujer por el mero hecho de ser mujer.
Y toda opresión, decía Simone de Beauvoir, crea un estado de guerra.