septiembre 12, 2024
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Sociedad

Un médico ecijano camino de los altares

Ignacio Osuna Gómez, un médico rural ecijano fallecido en 2006, está en un proceso de santidad, promovido por familiares y conocidos. La causa para su beatificación se inició en 2016 y se tramita en el Obispado de Córdoba

De Ignacio Osuna, nacido en Écija en 1957, se están recogiendo testimonios por escrito y pruebas que confirman en el proceso abierto la categoría humana y espiritual de este ecijano que ejerció como médico rural en Fuente Obejuna y en Baena.

Sus familiares sostienen que “en estos tiempos donde la inmensa mayoría de las canonizaciones recaen en religiosos, sería necesario que un laico comprometido con la Iglesia y con los más pobres debería subir a los altares para servir como ejemplo”.

Ignacio Osuna era el cuarto de diez hermanos. De pequeño se vestía de monaguillo “e incluso de cura” en la capilla que había en la casa familiar. Estudió en los jesuitas de Portaceli, en Sevilla, y, posteriormente, empezó a estudiar Medicina. Entonces decidió entrar en el seminario de Toledo, vocación que no prosperó y tras abandonar el seminario volvió a estudiar Medicina.

“Se dedicó a hacer el bien sin límites, hay algunas vivencias que emocionan por la calidad humana y generosidad sin límites de Ignacio”, afirman sus familiares. “Los ancianos del hospital lo adoraban. Los aliviaba con sus palabras y algunas abuelas le decían ‘Cuando te veo se me quitan los dolores, no dejes de venir a vernos’”.

Ignacio Osuna falleció a los 49 años de edad. Su entierro en Baena fue multitudinario. “Allí estaban los suyos: los inmigrantes, los ancianos, los pobres”, dice su familia, que afirma que el médico rural “llevó con toda resignación, dando ejemplo de amor a Dios, la grave y rapidísima enfermedad” que se lo llevó.

“Siempre estaba al lado del más pobre y necesitado; apadrinó a muchos niños problemáticos y el poco tiempo libre que tenía lo dedicaba a los ancianos y drogadictos y a hacer el bien”, dicen sus familiares. El centro de salud de Baena lleva su nombre y en Écija, su ciudad natal, Ignacio Osuna tiene una calle. Ahora, quienes lo trataron no dudan que debe ser reconocido como un santo porque, aseguran, “su amor por los demás no tuvo límites en el ejercicio de su profesión como médico rural”.